jueves, 31 de diciembre de 2009

La lectura de los alquimistas

Ya sea que estés leyendo un ensayo de Soren Kierkegard o a Pulgarcito, Parfsival de Echenbach o una novela contemporánea, podrás percibir un elemento vivo subyacente en cada página si tu sensibilidad no es modesta y tu curiosidad no sufre prejuicios. Incluso los alquimistas habían dicho 'Un libro abre otro, lee muchos libros y compáralos de principio a fin, y así alcanzaras su significado. Leyendo un solo libro no podrás lograrlo, no podrás descifrarlo de otro modo'. Tarea casi imposible para el común de las personas en una época en que no todos podían o sabían leer, cuestión relativa mente posible en nuestro tiempo por la alcanzable disposición de los libros, pero aun así y como decía el filosofo Demócrito 'Ardua tarea es penetrar en las cualidades reales de cada cosa' el intelecto moderno poco sustrae o percibe 'la cadena tradicional' que fluye en muchos de textos, ya que por regla general se edifica su pensamiento en base a una rígida estructura 'racional' sobre un muro de orgullo por cada 'obra clásica' que lee y que analiza.
¿Que nos quieren decir entonces los alquimistas? Pues que hay una forma de leer muy noble para llegar a la ‘fuente de las tradiciones’ sin encerrar al intelecto en la rigidez académica de la razón y esta cimentada en dos cosas de apariencia cotidiana 'curiosidad por la existencia' y 'voluntad para leer' dándole a la lectura un sentido vivo al abrir un libro que satisface la curiosidad que inquieta a la conciencia en un momento determinado y que va despertando un nuevo juicio que abrirá las puertas de nuevos cuestionamientos que conducen a otros libros para pasar después a otros géneros y a otras formas de pensamiento en un ciclo espiral como consecuencia de esa primera inquietud que siempre estará presente por esa 'voluntad para investigar' y que la mantendrá en constante evolución, haciendo madurar el pensamiento hacia la profundidad de 'sí mismo', con la capacidad suficiente para proyectarse como rayo de luz 'fuera de sí'. Este ciclo espiral de conocimiento le da un horizonte a la existencia y su realización tiene marcadas características en la personalidad; sencillez, estoicismo, sentido del deber, tolerancia, que son solo algunas de esas señales que indican no solo vasta cultura, si no que se ha entrando tal vez al 'espacio de la tradición' donde la información ya no solo proviene de los libros.