lunes, 20 de diciembre de 2010

Mis memorias de la Invasión a Panamá 1989

'Despierta Tulio... ve parándote con calma' eran las primeras horas del 20 de diciembre de 1989, en el susurro de mi papá había una calmada entonación de alerta que definitivamente me despertó ¿papá.. otro golpe de estado? pregunte, pues se escuchaban ráfagas de ametralladoras muy cerca, me hacían pensar que otro golpe se podía estar dando al dictador Manuel Antonio Noriega en el cercano cuartel central, en el popular barrio del Chorrillo.
En esa época vivíamos en Patio Pinel, en el barrio de Santa Ana, tenía yo 16 años y ya había sido testigo de eventos extraordinarios, el galope de la historia panameña durante ese año fue tenaz, uno de esos eventos fue el heróico intento de golpe de estado que dio el Mayor Giroldi el 3 de Octubre.
Habia errado en mi pensar 'No es otro golpe Tulio... ahora si nos invaden los gringos' me respondió papá apresuradamente. La noche era completamente oscura, no había luz eléctrica y los sonidos de las ametralladoras comenzaban a mezclarse con cañonazos, morteros, y otras armas que no lograba descifrar, incrementándose de pronto en un abrumador ruido diferente a cualquier cosa escuchada por mi hasta ese momento, mas aún cuando bombas de alto poder hacían estremecer el edificio.
Ya para ese momento mi Papa, mamá y yo nos habíamos 'refugiados' en el centro del apartamento, lejos de las ventanas, llevando sobre nuestros cuerpos un colchón, no para sobrevivir a algún bombazo, cosa imposible, pero si para cubrirnos de vidrios o partículas pequeñas que se pudieran desprender de la estructura. Sin parar, una y otra vez caían las bombas muy cerca, el teléfono sonaba a veces y a veces entraban las llamadas, eran familiares preocupados por nuestra situación, literalmente no se podía hablar, ni los gritos se escuchaban, puesto que ese 'sonido de la guerra’ no era ni parecido al de las películas, aquel era un ruido monstruoso, una bestia que rugía callando nuestras voces.
Pasadas un par de horas o minutos que parecían horas, sentí por primera vez esa noche el temor a morir, mi papa permanecía, estoico abrazándonos, mama rezaba y me miraba con tristeza(días después le pregunte por esa mirada me dijo que era porque pensaba en mi y en lo poco que había podido vivir). Mi miedo a la muerte de pronto se transformo en rabia interna 'qué derecho tienen esos gringos de bombardear de tal forma, sin considerar a personas como nosotros que no tenemos nada que ver con la situación militar' pensaba. Me vino a la conciencia aquel valiente soldado panameño, sorprendido, reaccionando, defendiendo su posición, por instinto y por deber, sin las armas necesarias(noriega le había quitado el armamento pesado al ejercito por miedo a otro golpe) sin mando(pues se sabía que no existía línea de mando) el estado mayor había huido, para el soldado también era una cuestión de reaccionar y sobrevivir.
No recuerdo si pude dormir, pero ya saliendo el sol, el combate en el cuartel había prácticamente terminado, pudimos al fin ponernos de píe y hacer unas cuantas cosas, sin embargo llegaron rumores de que un grupo de soldados panameños permanecían escondidos en nuestro edificio y que los americanos estaban ordenando evacuar para bombardearlo, tuvimos un corto tiempo para empacar, al salir al pasillo vi a mis amigos de siempre con sus familias, me despedí de algunos con gestos breves, pensaba si serían nuestros últimos estrechones de manos. Se abandono el edificio y pocos se quedaron. A nosotros nos toco caminar hasta la avenida Tumba Muerto, recuerdo que dos hermanos amigos con sus familias compartieron parte de nuestro trayecto, nos dirigíamos a Villa de las Fuentes donde mi papa tenía hermanos, la caminata fue larga y relativamente tranquila, solo había gente y gente en nuestra misma situación.
Esa primera noche donde mi tío se escuchaban aquellos sonidos extraños de guerra, un poco mas lejanos, provenían del cuartel de Tinajitas en San Miguelito, la compañía Tigre todavía resistía el ataque y resistiría por un par de días más. Lo que siguió posteriormente fue el saqueo de todos los comercios, y la decisión al tercer día de volver a Patio Pinel, ya nos llegaban noticias de que era seguro, no dudamos y así nos despedimos de mi tío, su esposa y mi primo que insistían en que nos quedáramos más tiempo, pero el calor de la casa siempre llama hasta en las peores circunstancias

Entre todo el alboroto que nos toco ver de gente yendo y viniendo, llevando cosas saqueadas por la avenida Tumba Muerto, un auto sedan se detuvo al ver que mirábamos buscando transporte para regresar a casa, nos pregunto el conductor hacia dónde íbamos, al responderles nos dijeron que hasta allá no, pues estaban los gringos, pero nos invitaron a subir indicandonos que nos dejarían lo más cerca posible, cuando entramos en el auto nos percatamos que el auto estaba llenos de armas, municiones y tanques de gasolina, eran soldados panameños de civil. quien sabe en que andaban, mi mama se puso nerviosa pero mi papá le hizo señas de que era tarde para reaccionar o mostrar miedo, mejor era permanecer tranquilos, esos soldados, eran jóvenes, se veían alterados y atentos a cualquier cosa, nos dejaron en el hospital Santa Fe sin inconveniente alguno... por suerte. Creo que estuvimos mas en peligro en ese momento que en la misma noche de la invasión, cualquier cosa pudo sucedernos ahí.
Al llegar a casa una cosa muy particular había en el ambiente, un olor extraño, era el olor putrefacto de los cadáveres en el chorrillo que llegaba con el viento. Nuestra casa y nuestras cosas estaban intactas, el arbolito y los regalos me hizo recordar que estábamos próximos a noche buena. El edificio no fue bombardeado, todo quedo en rumores, la gente regreso poco a poco y los miedos colectivos de la invasión fueron dándole paso a la euforia del saqueo y a las ‘amabilidades’ del ejército norte americano. Así fue mi experiencia aquel 20 de Diciembre de 1989, así lo guardo en mi memoria y así lo he escrito para no olvidar jamás.

jueves, 16 de diciembre de 2010

sábado, 4 de diciembre de 2010

La Independencia Del Hombre que Filosofa

La percepción de 'independencia' late fugaz o permanentemente en el espíritu de aquel , que de alguna forma u otra a tomado conciencia sobre sí mismo, a través del mar de los cuestionamientos interiores sobre el SER, es una tendencia seductora que intenta separar al filósofo del mundo, sin embargo es el mismo mundo quien le permitirá conocer el significado aquella percepción que experimenta o cree experimentar, siempre y cuando sea conciente de estar 'entretejido con el mundo' y el tiempo histórico que la ha tocado vivir.
¿Que es independencia interior? esta pregunta la analiza el filósofo y científico Karl Jaspers, a continuación un breve resumen extraído de su ensayo 'La Filosofía' del capítulo cuyo nombre es el titulo que encabeza esta entrada.

La independencia absoluta es imposible. En el pensamiento dependemos de la intuición que tiene que sernos dada; en la vida dependemos de otros, ayudadando, a los cuales siendo ayudados por ellos es únicamente posible nuestra vida. Bajo el punto de vista de ser uno mismo, cada uno de nosotros depende del otro por igual, en la comunicación con el cual y sólo en ella llegamos a ser ambos nosotros mismos. No hay libertad aislada...
De aquí que sólo seamos independientes en tanto en cuanto estamos entretejidos en el mundo. La independencia no puede realizarse abandonando el mundo. Ser independiente en el mundo significa, antes bien, una relación peculiar con el mundo...
Aristipo dice, refiriéndose a todas las experiencias, goces, estados de dicha y desdicha: poseo, pero no soy poseído; Pablo pide de la necesaria participación de la vida terrena: poseer como si no se poseyese; en la Bhagavadgita se dice: hacer la obra, pero no afanarse por sus frutos; LaoTsé es este apotegma: obrar no obrando...
Un segundo límite de la independencia es que por sí sola se vuelve nada...
El Filosofar brota de una independencia en el mundo que es idéntica a la vinculación absoluta por su trascendencia. Una presunta independencia sin vinculación pronto se vuelve un pensar vacuo, es decir, un pensar formal, sin estar presente el contenido, sin participar en la idea, sin tener los cimientos en la 'existencia'. Esta independencia se convierte en arbitrariedad ante todo del negar. No les cuesta nada ponerlo todo en cuestión, sin contar con potencia alguna que limite y dirija la cuestión.
Contra esto se alza la tesis radical de Nietzsche: únicamente si no hay Dios se hace libre el hombre. Pues si hay Dios, no crece el hombre, porque por decirlo así desemboca constantemente en Dios como un agua no represada que no adquiere fuerza. Pero contra Nietzsche habría que decir, usando la misma imagen, justamente lo contrario: únicamente cuando mira a Dios se eleva el hombre, en lugar de desembocar irreprimiblemente en la inanidad del mero correr de la vida...
Un tercer límite de nuestra posible independencia es la constitución fundamental de nuestro ser de hombres. En cuanto hombres, estamos sujetos a errores básicos a los que no podemos arrancarnos. Con el primer despertar de nuestra conciencia ya caemos en las ilusiones. La Biblia interpreta esto míticamente con la caída en el pecado. En la filosofía Hegel se ilustra de un modo grandioso el auto enajenación del hombre. Kierkegaard muestra contundentemente lo que hay de demoniaco en nosotros: el encerrarnos desesperadamente en nosotros mismos. En la sociología se habla toscamente de las ideologías y en la psicología de los complejos que nos dominan.
¿Cómo describir la independencia de filosofar hoy posible?
No inscribirse en ninguna escuela filosófica, no tener ninguna ninguna verdad enunciable en cuanto tal por la sola y única exclusivamente, hacerse señor de los propios pensamientos; no amontonar riquezas filosóficas, sino ahondar el filosofar como movimiento; pugnar por la verdad y la humanidad en una comunicación sin condiciones; hacerse capaz de aprender a apropiarse todo lo pasado, de oír a los contemporáneos y de llegar a estar en franquía para todas las posibilidades...
Por ende, sólo llegamos a ser nosotros mismos en el remontarnos por encima de la sujeción a las pasiones, no con la extirpación de éstas. Por eso tenemos que atrevernos a ser hombres y a hacer lo que podemos, para avanzar hasta una independencia con contenido.