viernes, 18 de marzo de 2016

La Serpiente del Mago

 (cuento de mi autoría)


Algunas veces hablé de la serpiente sin conocerla,  sin sospechar qué era.
Otras veces la buscaba con insistencia y no lo sabía.
Mi mente se creía invencible, en mi corazón rebosaba la alegría.
Pero un buen día que salí de diligencia, me encontré a un mago en pedregoso camino.
Sin dudarlo le pedí referencias, sin pena alguna busque su guía.
Diligente me presento a una amiga suya.

Era hermosa, era radiante, era su amor, y también su esclava.
Ella me tomo con amabilidad del brazo para ayudarme en mi asunto.
Yo le di las gracias al mago bajo juramento de que bien la cuidaría.
Así llego la noche y luego el día. Después otra noche y otro día más.
El sol y la luna se enteraron, entonces enfurecieron, más yo ignoraba que por mis acciones discutían.
Algunos decían que al no ponerse de acuerdo, dispusieron  para mí un instante de posibilidades.
Acá para mi todo fluía como siempre.
Sin embargo, durante un atardecer, la amante del mago me miro a los ojos,  y se postro ante mí para besar mi mano, para suplicarme ayuda.
Mi asombro fue grande cuando de la nada se hizo serpiente, cuando me envolvió y cuando se dejó tocar.
Hay momentos que el corazón piensa y la mente siente, y ese fue ese momento.
Había encontrado a la serpiente y no supe si debía temerle, amarle o temerle al mago.
Fui con ella feliz muchos días y muchas noches, tanto que tristezas habían cuando no le veía.
Hada mía, sirviente mía, tú mía. Criatura serpentina, fuego indescifrable, amor mío.
Tu abrazo es cálido fuerte y mortal, debo dejar que te alejes para que no muera mi cuerpo ¿pero qué será de mi pobre alma? grita mi conciencia.
El mago sabe que ya no le perteneces, el bosque conspira, se escuchan alaridos de guerra por doquier.
Los caminos se cierran y todos corren de un lado para otro.
Huyen de la furia del mago, quien no reconoce que su enemigo es otro.
Yo de pronto descubro que también soy mago, la serpiente me dio ese poder mas no supe cuándo.
Finalmente le he tendido una trampa al mago.
Enloquece y muere, como muero yo de arrepentimiento mientras rebosa mi corazón de amor.
Por dentro sé que debo dejarla ir, ahora lo comprendo todo, aun no lo acepto.
Debo hacerlo, pues el sol o quizá la luna se lo contaran todo al bosque y ella será maldecida.
El final de los finales se atisba, estoy aprendiendo a no mirar atrás ni estar pendiente por lo que se nos viene adelante.
Un obstáculo desapareció, pero no lo que está predestinado a ser.
Disfruto y sufro el instante, si sufro, pues este recorrido es caminar directo hacia una espada que me apunta directo al corazón.
El tiempo mi juez, mi verdugo.
Debo soltarla repentinamente y para siempre,  correré hacia la espada, ya la veo, ya está cerca.

Quizá la herida mortal me vuelva a recordar mi origen, y me enseñe amar el deber.
Sacrificaré mi corazón para pagar por mis faltas, para que no ella me vea más. Para que sobreviva en alegría, libre de magos.

Si... y para siempre ígnea, bajo la bendición y el amparo de la luna y el sol.


 

domingo, 6 de marzo de 2016

El pantano de Mohs


(ilustración y cuento de mi autoría)
 
  Incesante era la lluvia en el pantano de Mohs, caluroso y sombrío paraje donde el reflejo del relámpago era más constante que luminosidad del sol.  
Con razón, la vida se hacía tan ideal para ranas, cocodrilos y mosquitos, quienes veneraban al relámpago, pues le consideraban señal de que la humedad de su placido habitad nunca les faltaría.
  Aunque testarudas y rutinarias, estas criaturas habían alcanzado coexistir en relativa armonía, establecido un orden gracias a una serie de reglas, plasmadas  en un árbol, como un sencillo código, pero al que ellos llamaban constitución. 
  Y hasta se jactaban de poseer una avanzada democracia, pero en la realidad los cocodrilos siempre se las arreglaban para alcanzar los más altos cargos de gobierno. A las ranas esto poco les molestaba pues preferían todo lo concerniente al comercio y al entretenimiento. Y entre las hordas de mosquitos nadie se quejaba por asumir puestos de mensajería mucho menos los que tenían la necia tarea de vigilar asediar a invasores o a todo el que no viviera bajo los parámetros establecidos. 
 
‘Nadie cruzará los límites del pantano, ni siquiera te acercaras al misterioso fuego fatuo azul’ citaba una la primera regla de su código ‘constitución’. 

  Y aunque la luminosidad de eso a que llamaban ‘fuego fatuo’ era algo presente en la conciencia colectiva de todos, pues señalaba el fin del pantano, en sentido práctico era mejor ignorar el asunto, eran mejor no dejarse llevar por las instancias de la curiosidad y obedecer las cuestiones del orden establecido.  
  Así transcurrían los días en Mohs, sin que nada diferenciara uno del otro, entre discursos políticos, el bullicio comercial, y el canto de las ranas, la rutina dictando vigencia como siempre. Pero un día singular en que el sol brillaba más de lo acostumbrado, una patrulla de mosquitos se encontró a una rarísima criatura durmiendo profundamente muy cerca de los límites del pantano. 
-           ¡Encontramos un gigante! –dijo uno. 
-           ¡Tiene patas tan largas como nada conocido! –dijo otro mosquito.
-           ¡Sera mejor llamar a los cocodrilos, quizá sirva de alimento para todos! Ordeno el comandante del grupo sin tardar en dar aviso. 
-           Es tan grande como uno de nosotros! –dijo uno de los cocodrilos al llegar.
-           ¡Tiene una piel muy suave!–afirmo otro al tantearla con su mandíbula.
-           !Llevémonosla con el gran Mohs para que su sabiduría resuelva que hacer con este misterio! –dicto un tercero.
Este tal Mohs, era el más viejo de todos los cocodrilos. Habiendo alcanzado gran experticia en todos los asuntos del pantano y de otras tierras, era considerado él como más sabio entre los sabios, venerado como un gurú, su palabra contenía el peso de sus años. Su concejo era asimilado como una orden a la que nadie se atrevía refutar. Era tan venerado que el pantano llevaba su nombre.
  Así que le llevaron a la criatura, y éste observándola detenidamente decidió era mejor esperar a que despertara por si misma del profundo sueño en que se encontraba, antes de llegar a cualquier conclusión o tomar alguna acción. Quizá alguna vez en sus lejanos viajes se había topado con cosa semejante.
  Pero pasaron muchos días y muchas noches sin novedad alguna, y la conmoción y la curiosidad no menguaban entre los habitantes del pantano. Rumores llevaban, rumores traían los mosquitos, las ranas que eran tan alegres auguraban pesares en sus canticos,  y el resto de los cocodrilos exigían un gran banquete. Mohs era muy consciente de que esto no era bueno, era imperativo deshacerse de la criatura si no descubría sus misterios. Pero pronto resolvió llevarla al consejo de jerarcas de gobierno para presentar una solución. 
-             ¿No habiendo necesitado nosotros de este extraño ser ni antes ni nunca, porque ha de preocuparnos ahora? ¿acaso ella depende el abastecimiento de nuestros de alimentos? ¿acaso ella es el rayo que viaja con las buenas nubes que nos llenan las ciénagas de agua y nos protegen del  reseco sol?
-             Es cierto, no dependemos de ella para ninguna de nuestras necesidades. ¿pero que es lo que propones? –pregunto uno de los jerarcas.
-             Simple, llevémosla al fuego fatuo azul para que se la lleve la corriente –propuso.
-             ¡Sería desperdiciar una oportunidad! –se atrevió a refutar otro de los cocodrilos jerarcas, apoyado por el entusiasmo del resto -quizá de ella nunca ha dependido nuestra subsistencia pero puede ser aprovechada para disfrutar hoy de un gran banquete.
-              Si la decisión unánime es un banquete del que no participare, será mejor retirarme no teniendo mas nada que decir –le dijo Mohs al consejo que se había opuesto a su opinión como nunca había sucedido.
  El entusiasmo se esparció por todo Mohs, habría un gran festín, muy temprano al siguiente día la criatura fue envuelta en hojas aromáticas y especias frescas. Al atardecer la multitud se reunió en a su alrededor, los canticos de ranas se esparcían por cada rincón, alentando el frenesí de los colodrillos. Entonces los mosquitos que serian los primeros en comer se posaron sobre la criatura, sin embargo, cuando entusiasmados esperaban la orden inicial sintieron un fuerte sacudón, seguidito de un enorme bostezo la criatura se despertaba y en un sobresalto se poso erguida causando gran espanto. Jamás se había visto cosa semejante.
-              ¡Llamen a Sabiendo! –aclamo la mayoría.
  No paso mucho tiempo cuando llego un mosquillo mensajero a sus aposentos, él ya sospechaba que algo extraordinario pasaba dado que podía oír el cantar histérico de las ranas.
-              ¿Qué ocurre en la ciénaga? –pregunto Sabiendo
-              ¡Despertó, despertó, la criatura despertó! –le respondió el mosquillo exaltado.
-              ¿Y nos ha atacado?
-              ¡No!
-              ¡Y por que el sobresalto de todos!
-              ¡Por que se ha erguido sobre dos de sus patas. Tan alta que alcanza las ramas de algunos árboles!
-              Sabía traería líos –replico el viejo cocodrilo.
-              ¡Te necesitan en la ciénaga!
-              ¡Estúpido consejo, les dije que había que dejarla ir en el fuego fatuo!
  Cuando Mohs llego a la ciénaga, un par de cocodrilos acorralaban a la criatura quien se defendía sosteniendo una rama.
-              ¡A un lado! –les grito mientras iba abriéndose paso.
-              ¿Quién eres? –le pregunto a la criatura.
-              ¿No lo sé? –le respondió asustada
-              ¿No sabes quién eres? sin embargo hablas el lenguaje de la naturaleza.
-               No sé si te respondo en el lenguaje de la naturaleza, solo sé que te comprendo y te respondo sin problema.
-               Es asombroso, no sabes nada de nada, ni de ti misma.
-               Estoy confundida, ni siquiera recuerdo como llegue hasta aquí.
-               Te encontramos dormida por los limites de nuestro pantano, de algún lugar eres, todos tenemos un origen, solo que estas sufriendo de severa amnesia.
-               ¿Puedes Ayudarme?
  Mohs la miro fijamente, y no vio maldad ni peligro en ella. Se dirigió al consejo para abogar por ella, y estos aceptaron  acogerla en el pantano.
-                Pero habrá que ponerle un nombre según dicta nuestra constitución, creemos tiene suficiente edad para esto –dijeron en unanimidad. 
‘Todo habitante del Mohs  tiene derecho a un nombre, según su aspecto, o según alguna cualidad´ -dicta su segunda regla. 
-              Entonces le nombraremos ‘dormida’, no solo porque dormida llegaste a nuestro pantano, sino porque dormida también está tu conciencia –dijo Mohs
Su integración y adaptación al habitad no fue cosa muy difícil. Pero como se le veía constantemente taciturna, se le asigno una tarea, pescar e ir por tubérculos de esos que crecían en el bosque. Así lo hacia todos los días desde muy temprano hasta llegado el atardecer, se internaba en la floresta y regresaba con la sesta llena hasta desbordar, ganándose la estima y admiración de todos. Algunos le llamaban ‘dormida la increíble’ al verle siempre erguida, sin usar sus patas delanteras para caminar, sino para sujetar cosas, y fabricar herramientas para sus tareas cotidianas. 
  Generalmente pasaba su rato libre conversando el Sabio Mohs, quien una noche le confeso de pronto: 
-          He visto a los de tu especie una vez.
-          ¿enserio?
-          Si, en mi juventud durante una exploración, tuvimos un encuentro con grupo de criaturas erguidas.
-          ¿Pero cómo, no es que está prohibido salir del Mohs?
-          Bueno, en esa época hubo excepciones, el rayo y las nubes grises nos abandonaron, se secaba el pantano y escaseaba el alimento, se creó un grupo de exploradores que salió en busca de nuevos recursos. Al parecer ellos, los erguidos también exploraban, quizá estaban en nuestra misma situación
-          ¿Y por qué crees que soy de su especie, solo por que caminaban erguidos?
-          No solo por eso, también hacían uso de sus patas delanteras para múltiples tareas, y se valían de herramientas como tú.
-          Porque no me dijiste eso desde el principio.
-          Estoy muy viejo, mi mente perdió agudeza, no lo concluí hasta que comenzaste a crear y usar herramientas para tu trabajo.
-          ¿E hicieron contacto?
-          Cuando intentamos comunicarnos con ellos, no pudimos.
-          ¿No hablaban el lenguaje de la naturaleza?
-          No, y ni nosotros entendíamos sus alaridos. Eso te diferencia de ellos.
-          Comprendo-
-          Quizá eres una de ellos, solo que de una clase que conoces lenguaje de la naturaleza.
Dormida, medito en esa charla toda la noche y durante los siguientes días no pensaba sobre otra cosa. A pesar de sentirse acogida en el pantano, dentro de sí la nostalgia nunca menguaba, ahora el pulso de la necesidad de saber quién era y de donde venia le empujaba mas, extrañar el hogar, un hogar que no conocía.
Una mañana mientras pescaba, vio a un inusual ciervo blanco caminando en dirección a la brillantez del  fuego fatuo.
-           ¡Detente, no deberías caminar en esa dirección!- le advirtió ella en un grito presa de preocupación.
-           ¿Por qué he de temerle al rio azul? –le replico el ciervo.
-           Pues… ¿no sabes que está prohibido?
-           Nunca había escuchado cosa semejante, mi bosque está del otro lado del rio azul y no hay nada a que temer.
-           ¿De verdad?
-            Muy cierto. ¿si no le temes al otro lado, acaso le temes a la brillantez del rio azul?
-            En verdad solo obedezco las leyes del pantano, nunca me he hecho esas preguntas…
-            Es solo un rio muy brillante.
-            ¿y qué hacías en el pantano, acaso en tu bosque escasea el alimento?
-            Esta vez buscaba a algún habitante en pantano para transmitirle una terrible noticia a la que si hay que temerle.
-            ¡Entonces qué bueno que nos encontramos!
-             Tu no pareces habitante del pantano, ¿en serio vives aquí?
-             Por su puesto, me llaman Dormida.
-             No sé cómo puedes vivir con tanta humedad, entre ranas, cocodrilos y mosquitos –le dijo- En fin, adviérteles a tus amigos que el cielo augura grandes cambios, el curso del rio azul esta por invertirse con la llegada de una gran tormenta, habrá una inundación y luego un desvele podrían sepultar a tu pantano. Diles que deben subir a la montaña y refugiarse en la cueva por donde sale el rio.  
-             ¿Y cómo sabes de cosa tan terrible?
-              La voz de la cueva me dijo.
 Dormida regreso a toda prisa, Sabiondo la recibió muy alterada. Al escucharle, reunió al consejo, era sabido que los mensajes de los ciervos blancos habían de tomarse en serio. Sin embargo el consejo no tomo acción alguna.
-           Honorables Cocodrilos, nada en el cielo ni en la tierra señala peligro inminente –concluyo uno de los miembros del consejo.
-           Dormida lo soñó todo, quizá cayó en profunda siesta,  recuerden que el sueño es una de sus principales cualidades –afirmo otro causando carcajadas en los presentes.
-           ¡Esto es un absurdo, quien se atreva a cruzar el fuego fatuo azul por esta fantasía, perderá la ciudadanía y no podrá regresar nunca jamás! –sentencio el consejo.
 Dormida no conforme con la indiferencia del consejo, partió preocupada otra vez hacia el este, hacia los límites del pantano para encontrar al ciervo, deseaba llevarlo a al pantano para que el mismo confirmara el mensaje. Sin embargo a medio camino comenzó a caer un fuerte aguacero, el río azul rugía cual bestia indomable, en caos por la inversión de su cauce. De un momento a otro supo que ya no podía retroceder, había demasiada agua a su alrededor, el terrible momento advertido se venía encima antes de lo esperado.
 Llena de tristeza cruzo el fuego fatuo, el rio azul, y subir montaña arriba según le había advertido el ciervo. Dejar atrás a Mohs le llenaba lágrimas, de remordimientos, y de frustración.
 La reciente historia construida de su vida, se desvanecía entre las aguas, pero no de su nueva memoria. Al menos ya poseía recuerdos, podría decir -vengo de un lugar llamado Mohs en honor a su sabio y contar sus historias.
 Cuando su resistencia daba evidencias de flaqueo, se topó con una cascada, arriba encontró una espaciosa caverna donde volvió a dormir profundamente, protegida de la tormenta, lejos de sus angustias. En la entrada leyó un grabado sobre la roca que decía
 
'Cuando el orgullo de una comunidad es afín a la arrogancia,  habrá ceguera, habrá sordera. Se menospreciaran los cambios, se ignoraran los peligros'
 
Post data: Esta historia es la primera parte una serie de cuentos  de mi autoría aun no publicados

 
 

 

sábado, 5 de marzo de 2016

Dibujo y Aquimia

Lo que sencillamente he interpretado yo de Jung, es que los sueños son el contenido autónomo del alma manifestada.
Llegando a suponer que si soñar es como un instante de misterios liberados. Dibujar seria entonces acceder a esos misterios... pero con la razón.
En base a esto, desde hace algunos años he venido plasmando en simples ilustraciones una combinación de mis sueños y mis pensamientos.
Esta  primera imagen que aquí adjunto, representa para mi algo así como un 'momentum alquímico', cuando el misterio interior se manifiesta sin aviso y sin sentido, ofreciendo y derramándole a la conciencia esa sustancia necesaria para romper con la rigidez cubica de la racionalidad edificada. Abriéndosele al YO tal perspectiva de novedades que le conducirían impetuosamente a la carrera mas importante de su vida; su autodescubrimiento.
¿Crees tu que el alma y la razón, el sentido y el sin sentido,  puedan algún día conciliarse?